Ni se lo imaginan

Hay días en los que una no sabe por donde empezar a contar.

Aquí ya vamos como Pedro por su casa. La rutina nos lleva por inercia del desayuno a las clases, vuelta a la comida, más clases y la tarde de multiactividad, ésta vez con baloncesto, piscina, voley y baile.

Y entre tanto, asoman siempre algunos sucesos sobre los que pivota la jornada. El primer acontecimiento de hoy, fue el tema de la Colada. Acordamos que semanalmente habría lavandería. Según casas y habitaciones, lavandería martes o miércoles. La semana pasada, nuestros Tesoros decidieron saltarse la primera convocatoria porque total, llevaban dos días, dicen.

Imagino que se pensaban que el tema estaría controlado, pasando por alto que hay que saber contar muy bien para no tener que «reciclar» los conjuntos.

Y así, cuando ya llevaban dos vueltas a los gallumbos y calcetines, decidieron escalarlo para buscar una solución. La situación, al límite. Había algún Tesoro que solo tenía lo que llevaba en el día y no de primera puesta. La próxima vez, espabilarán antes.

Claro que, si nos comparamos con uno de los alumnos de Uzbekistan que estuvo tirando toda la semana la ropa a la basura de reciclaje pensando que era el bombo de la colada, nosotros salimos airosos. El Uzbek se quedó con lo puesto. Preguntó al 7 día que no le habían devuelto todavía su ropa limpia y no tenía qué ponerse. Probablemente su patrimonio textil esté ya en un TEUS camino alguna planta de reciclaje irlandesa.

Servidora no ha podido reirse más.

No hay como salir de casa para comprobar que la ropa no llega renovada y fresca al armario así como así.

El segundo acontecimiento fue nuestro encuentro en la cena. Puesta en común con una sobremesa de risas y complicidad. En este caso la guasonería versó sobre mis intervenciones en las redes sociales y mi último story del domingo. Sino llevan móviles…¿Cómo se apañan para dotorear mis comunicaciones digitales? Con las risas de sus propias imitaciones, dieron el salto al Karaoke de la noche donde participaron con los ojos cerrados. Sin pensárselo.

Hoy nos hemos manejado en el humor y la participación bajo el paraguas del «drama lavandero» y la picardía de la comunicación digital.

Felices sueños desde Folkestone. Todos con pijamas limpios.

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