Un viaje al 1545 naval británico

Hoy visitamos Portsmouth Historic Dockyard.

Aunque no nos desataba el tal Enrique VIII, hicimos un esfuerzo por intentar involucrarnos en su navío The Mary Rose, qué pasó tras su hundimiento, conocer sus restos y parte de su estructura, las características de su tripulación y tantas otras cosas que nos contaban mientras de vez en cuando, mirábamos para poniente. Anduvimos luego por el astillero y eso sí, como si tuviéramos los cuerpos imantados, visitamos algunas tiendas de souvenirs y objetos náuticos con un efecto magnético de la velocidad de la luz.

En ese momento «rapté» a todos mis juniors para ir juntos las dos horas de shopping por el outlet de la zona, el Gunwharf Quays Outlet Shopping Centre. Las Teenagers, en tiempos controlados, tendrían su independencia con sus amigos internacionales.

Desde esta tarde, que me salió un mechón verde. 🙂

El tiempo nos acompañó con la brisa marina, compensando los 28 grados de temperatura. Fue una jornada chula. Cerramos el día agradeciéndole a nuestra Houseparent Cristina, su trabajo y dedicación, y lo hicimos con un abrazo grupal coronado con un regalito adquirido para ella cuando sucedió aquel fenómeno magnético en las tiendas del astillero.

«You made my day», nos dijo.

Creo que tras nuestra marcha, los Tesoros dejarán  gran huella por Lord Wandsworth. Sigamos aportando además de recibir, a esta experiencia internacional. Porque todo lo que demos, también nos llevaremos. 🙂

Felices sueños desde la campiña británica. Donde los mosquitos y arañas son del tamaño de sus amapolas.

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