Pasados por agua

Paraguas, chubasqueros…¿Dónde estáis?

Calados hasta las entrañas con ese goteo continuado de lluvia y nada con qué cubrirnos. ¿Habla servidora o pasa un carro?

Regresaba de un soleado Folkestone a un Hailsham con cielo encapotado, lluvia chirimiri y unos Tesoros abrigados pero exentos de cualquier protección contra el agua. Las couldinas, frenadoles y estrepsils van a rular mañana por la mañana. Lo veo, lo veo. Esto va a parecer Farmacia de Guardia.

Un primer encuentro en el comedor con las Tesorinas Lidia, Carmen y Carla. Achuchones y más achuchones. Se incorpora un Nachete con una herida de guerra en su barbilla (la caída quedó en una rozadura, menos mal) y rematamos en el Assembly room con el resto de la cuadrilla con quien también compartimos dosis de energía y muchos «missing you».

Nos actualizamos brevemente y pronto dió comienzo la actividad de la noche. Un «en busca del Tesoro» cuyo pistoletazo de salida casi nos desploma en el césped y regresamos con los molares de incisivos centrales. Aquí hay que andarse con ojo. Cuando se juegan un premio, no tienen miramiento.

Mientras escribo el breve relato que nos ocupa, escucho griterío y acción. Menudo convoy hay montado. Lo cierto es que desde hace días, los gansos del campus ya no vuelan en V sino serpenteando en Z. A este ritmo de bullicio, los dejamos mirando para poniente.

32 horas sin los Tesoros y un vínculo lo suficiente sentido para predecir que llegado el sábado, servidora lamentará profundamente la separación por finalización del campamento. Hasta que llegue ese momento, mirando el vaso medio lleno, disfrutando de verlos felices mientras aprenden.

Llegados a este punto, empezamos a dar la bienvenida a Lucho Gatica y su «reloj no cuentes las horas».

Felices sueños desde territorio británico. La cuenta atrás pero con la mirada puesta en el futuro y los frutos que ya estamos recogiendo.

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