A tope de power por la capital Londinense
Nos faltó bailar la SAMBA.
Arrancamos la jornada con un copioso English Breakfast, opción variada de fruta, yogures, cornflakes, tostadas, zumos artificiales…y arrastrando nuestros cuerpos en mitad de digestión, llegamos hasta la estación de tren donde tomaríamos el AVE rumbo a Londres. En 50 minutos estábamos peinando la ciudad.
El Museo Británico sería nuestra primera parada. Arramblé con nuestros Juniors y Paco el Mexicano, y nos dimos un chapuzón en el universo egipcio. La piedra Rosetta, momias por cada corner y unos faraones esculpidos cuyos pies egipcios sirvieron de banqueta a nuestra peladilla rubia (Oli) que ya no se sostenía de cansancio. Por lo menos el Ramsés de turno se quedó con los pinreles brillantes.
Parada obligatoria en la tienda de souvenirs, y tour subterráneo para llegar a la otra parte de la ciudad y desde el puente Millenium, divisar el London Eye y el Big Ben. CLIC CLIC, foto por aquí, foto por allá. Pasados por agua. Solo dos paraguas para 9. Antes muertos que sencillos.
La incursión cultural daría paso a otra más frívola, la del shopping. Ahí ya no arrastraban los pies. Cisnes voladores recorriéndolo todo. Servidora con mechones verdes por momentos.
El staff Sarah se ocupó de las Tesorinas y Nico la Japonesa, y servidora y sus mechones verdes, con Martin TIN TIN, Peladilla rubia,Paco el Mexicano y Sasha el Ucraniano. No sé como, terminamos en un taller de Apple donde invertimos los roles y los Tesoros hicieron de educadores disfrutando del ejercicio de la enseñanza.
Y mientras tanto nuestros teenagers, los dos Newman (Nico & Eric) disfrutando de su independencia y la libertad de decidir a tiempos controlados, eso sí.
El tren de regreso a Folkestone podría haberse dotado de literas. Abrieron los ojos justo antes de bajar.
Lo hemos pasado fatal, queridos padres. Fatal, pero fatal.
Luces apagadas. Hoy es de esos días que nos colgarán los pies fuera de la cama. Lo que tiene vivir desatado.
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